Novela Prologo

La noche caía poco a poco en el valle de Loxal, las sombras se extendían lánguidamente sobre la parte mas profunda le valle, mientras los villanos se apresuraban a encender las lámparas de óleo y las chimeneas de sus hogares para hacer frente a las cada vez más frescas noches de la estación de las lluvias.

Desde lo alto de las almenas que coronaban la montaña más alta de las que daban origen al valle Arcubalis observaba el ajetreo del pueblo. Distinguía las formas de los hombres que se dirigían a la posada después de un duro día de trabajo en el campo, las forjas o las obras de reparación del dique que impediría que el pueblo quedara arrasado por la crecida del río. Vio a los mercaderes recoger sus carretas y prepararse para partir al amanecer siguiente, a las mujeres del pueblo llamando a los niños a cenar.

Arcubalis acababa de entrar de guardia en el turno nocturno, le quedaban por delante una cuantas horas de vigilia, aunque sabía que no tenía por que preocuparse Loxal era una tierra tranquila, sus señores no tenían designios de expansión territorial, las relaciones con las tierras vecinas eran cordiales, y los señores de la noche hacia siglos que habían sido expulsados de esa parte del continente. Definitivamente Loxal era un paraíso terrenal. Un lugar don vivir feliz y en paz durante toda una vida.

La noche discurría sin incidentes, los solapados de las almenas permanecían atentos a los movimientos en el camino de entrada al valle, iluminado por las antorchas de los dos colosos, Averiso y Analinel, los fundadores de esa tierra, inmortalizados en dos enormes estatuas para que custodiaran sus tierras por toda la eternidad. Nadie vio la sombra que descendía de una de las laderas opuestas a los muros del castillo. Una figura envuelta en sombras se deslizaba por los empinados riscos de la ladera de la montaña en dirección al tranquilo pueblo.

Cuando la compañía de El-Shanethan vislumbro los picos de la cordillera de Anian una grata sensación de felicidad invadió su corazón y el de sus hombres. Entraban en las fronteras de Loxal, lo que significaba una época de paz y descanso, después de las duras campañas de la época de los soles gemelos. El-Shanethan se apresuro a enviar a sus exploradores a caballo para informar a los regentes de Loxal de su próxima llegada y las intenciones pacificas de sus huestes.

Menos de tres horas después regresaban los exploradores a galope tendido. Sus caras de horror le dijeron a El-Shanethan que algo no iba bien incluso antes de que sus hombres llegaran junto a el. Estaban aterrados, y es mucho decir de veranos de más de seis campañas militares.

Cuando la compañía de El-Shanethan entro por fin en el valle, los hombres no podían creer lo que sus cansados ojos les mostraban. Loxal había sido arrasada. Cada hombre, mujer y niño del peque reino había sido asesinado de manera brutal. Sus cuerpos se encontraban mutilados por todas partes. Colgados de las paredes de los edificios, abiertos en canal. El-Shanethan no recordaba ninguna carnicería semejante en sus más de mil años de guerrero. ¿Qué había paso esa noche? ¿Quién había sido capaz de hacer algo semejante sin dejar rastro alguno? ¿Qué nueva maldad amenazaba esas tierras?

P.D. Hace tiempo empece a escribir esta historia, si hos gusta pondre el resto de capitulos que tengo escritos. Espero que disfruteis con la lectura.

Hombre, pues a mi me ha interesado, sobre todo en saber quien ha sido ...