las ultimas horas del señor de la guerra
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las ultimas horas del señor de la guerra
Ya está, logro saborear la victoria, mis hermanos están a punto de barrer a esos tercos defensores de la arrogancia y la mentira...
Han sido meses de planificación, de estrategias, de luchas...
Miles de millones de vidas se han perdido por defender una causa que no entienden, cegados por su fe, no entienden que tienen un líder corrupto, que sólo ambiciona convertirse en un dios y, que no dudará en sacrificar a cuantos considere necesario para conseguir su meta.
Pero nosotros, que hemos recorrido la senda del Caos, hemos descubierto la gran verdad, hemos hallado el verdadero poder, yo, he iluminado a mis hermanos y les he guiado por el camino del poder y la sabiduría, una senda que nuestro padre nos negó, por miedo a que descubriésemos sus planes, por temor a que destapásemos sus mentiras.
Ahora, envueltos en el poder ilimitado de Caos, haremos pagar a nuestro padre con su sangre...
Nuestros hermanos, perdidos en su ceguera, tendrán que perecer, aunque no niego que, hay algunos a los que aún aprecio y, espero, tener la ocasión de iluminarles antes del fin...
- Mi señor... - Es un mensajero humano... Se ha atrevido a interrumpir mis pensamientos, siento como la rabia me retuerce las entrañas...
- Dime, humano... – Dejo que mi interlocutor sienta el veneno de mi ira, veo como su rostro palidece, y gotas de sudor perlan su frente, sus ojos se mueven inquietos hacia mi garra, traga saliva con dificultad y se dispone a informar:
- Mi... Mi señor, s... Se ha detectado un... Un cambio en el espacio disforme... Las flotas de Lion y de Russ, se disponen a entrar en el sistema
- ¿Cuánto tiempo? – Saboreo en cada sílaba el miedo del hombre, parece una gacela que sabe que está herida de muerte, sus ojos reflejan el horror que siente ante mi superioridad...
Al fin y al cabo, soy hijo de Él y tengo el poder de Caos bajo mi control, el humano se ha dado cuenta de que está condenado...
- U... Unas... Dos horas... Mi señor, deberíamos... -
No acaba la frase, la vida se escapa de su cuerpo por su garganta seccionada, su sangre se funde con mi nave y las presencias demoníacas que en ella habitan, se deleitan haciendo sufrir su alma, sus gritos de pavor, se pierden entre los lamentos de las almas que han sido ofrecidas a Caos y las risas de los entes que las torturaran por toda la eternidad...
Camino por el puente de mando de mi poderosa nave, para contemplar el orbe que está siendo purificado allá abajo, veo como los fuegos de la guerra se expanden a gran velocidad por todo el planeta, la ofensiva se está llevando a cabo con furia justiciera, tal como mis legiones llevan siglos haciendo...
Pero esta vez, el fuego no esta destinado a extirpar el cáncer de las razas xenos del imperio, esta vez, el fuego se destina a iluminar a aquellos que están ciegos ante la realidad del universo...
Siento que estamos forjando un nuevo imperio, una nueva era, en la que el hombre descubrirá su verdadero potencial, una era en la que yo, el más poderoso señor de la guerra que jamás haya existido, me levantaré como el nuevo emperador, guiaré a la humanidad con puño de hierro a una época de esplendor como jamás se ha conocido, mis gestas se conocerán en todos los universos y en todos los tiempos y aquellos que cometan la osadía de interponerse en mi camino, sentirán la furia del gran emperador Horus, señor de la guerra, caudillo de la humanidad, maestro y paladín del Caos, sus almas y sus dominios serán purificados y seré inmortal hasta el fin de los tiempos...
Tan sólo he de lograr el control de este planeta, teniendo en mi garra la cuna de la humanidad, decapitando al falso emperador, demostraré mi supremacía y todos me seguirán...
No entiendo como los despojos que quedan allí abajo, resisten tanto, he mandado a todas las legiones en un asalto total, son más de un millón de marines siervos del Caos, potenciados por los poderes de los dioses, cada uno veterano de miles de batallas, y, sin embargo, esos defensores se niegan a rendirse...
¿Es que acaso se consideran mártires?
-¡Maldición! - Mi grito resuena en el vacío puente de mando, mi garra de combate ha destrozado el trono del navegante, los restos momificados de este, se convierten en polvo a mis pies, mi ira crece, llevo semanas contemplando como ese planeta se retuerce bajo mi poder; los informes eran favorables, hacíamos retroceder al enemigo en todos los frentes, sin embargo, aún resisten, mi hermano Sanguinius ha mantenido el control de las puertas del palacio del Emperador el tiempo suficiente como para que las tropas se replegasen a las estancias interiores, Rogal Dorn y sus puños imperiales bloquearon los pasillos y los plagaron de trampas mortales...
Todo debe acabar, el Lobo y el León se acercan demasiado deprisa, por las holopantallas veo como mis marines se preparan para entrar en las salas donde se esconde El Emperador con su guardia de custodes y mis hermanos primarcas...
Siento que ha llegado el momento.
-Escudos, abajo – A pesar de ser un susurro, mi nave responde al instante.
Siento el choque psíquico del planeta, que está quebrándose bajo mis pies, las miles de muertes violentas, el regocijo de los dioses, pero, por encima de todo esto, siento su presencia, es un foco de pura luz blanca, su brillo, logra mantener a ralla la oscuridad...
He de acabar con ese faro, ese es mi objetivo
¿Qué es esa sensación? Una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo, una voz suena en mi mente, pronuncia mi nombre y sé que es mi padre, me ha encontrado...
Ya viene.
El muy necio, en su arrogancia, ha decidido meterse directamente en mi dominio, siento como su guardia se dispersa, y rápidamente caen engullidos por la locura, al no aceptar sus mentes la gran obra que Caos ha hecho en mi nave...
Oigo unos pasos, son tranquilos, firmes, decididos...
Fue mi invitado en otros tiempos, mi hermano más santo, el ángel, ha llegado.
- Bienvenido, hermano- Mis palabras son sinceras, sin embargo, cuando contemplo sus ojos, sé que Sanguinius no va a entrar en razón, su armadura dorada está quebrada en muchos lugares y su bello rostro está surcado de líneas de cansancio, llora lágrimas de sangre.
“Acaba con él...”
- Horus... ¿Porqué, hermano? ¿Porqué has vuelto la espalda a nuestro padre? ¿Porqué nos has traicionado?- La compasión en su rostro me repugna, ¿Qué intenta?
“Mátalo...”
- ¿Porqué? ¿¡Es que no te das cuenta, Sanguinius!? ¿No ves que hemos sido utilizados?- Está negando con la cabeza, no quiere escucharme, sigue con esa expresión en su rostro...
“Danos su alma...”
Le maldigo, maldigo a mi santo hermano, a su sangre y a su legión, siento una oleada de poder recorrer todo mi cuerpo, bajo los escalones, uno a uno, deleitándome con el poder que emana de mi, cojo la maza firmemente, me acerco a mi hermano.
- Horus... - Su rostro refleja tristeza, sus alas se abren de forma majestuosa y las lágrimas de sangre manchan su placa pectoral.
- Sanguinius, hermano, no debiste enfrentarte a mí... -
El golpe de maza es detenido por su espada, pero mi hermano es más lento y no posee mi fuerza, ni los regalos que los verdaderos dioses me han otorgado, sé que este combate será el último que el ángel dispute en vida, ya no me importa, es mi enemigo, se ha interpuesto entre mi objetivo y yo, no quiere entrar en razón y ha de morir, para mayor gloria del Caos
“¡Ssssiiii!”
Mis arremetidas van penetrando su guardia, su armadura empieza a ceder y mi hermano está cada vez más débil, se acerca su hora, sabe que va a morir, pero lejos de mostrar miedo, o duda, mi hermano sólo siente pena y decepción ¿Cómo es posible que no tema a la muerte? ¿Cómo es posible que no tema al Caos? ¡¿Porqué no me teme a mi?!
Un dolor lacerante recorre mi costado, ¡Me ha herido con su espada! Siento como la sangre mana de la herida, para al instante cerrarse, lanzo un rugido que suena en la disformidad y mi ataque psíquico hace que el primarca se retuerza de agonía, mi garra de combate avanza a la velocidad del pensamiento y siento como atravieso la ceramita, la carne y el hueso mientras un torrente de energía fulmina su vida...
- ¡¡¡Horus!!!- Levanto la vista y veo su armadura dorada, su espada de fuego y su puño de combate, un aura brilla a su alrededor y su luz psíquica me desorienta por un momento, en sus ojos se refleja la determinación, ha venido a matarme...
- ¡Padre! Que sorpresa... ¿Vienes a por los restos de tu hijo? ¡Tómalo!- Lanzo el cadáver de Sanguinius a los pies del Emperador y llamo a los dioses para que contemplen mi victoria...
Mi padre no habla, no caben las palabras en este momento, soy su reflejo, su hijo favorito, su caudillo, fui su perro de caza, su estandarte... Pero ya no... Ahora yo soy El Emperador...
Su ataque es rápido, puro, frío, fuerte, nos enzarzamos en la más dura lucha que jamás se halla contemplado, músculos, sudor, sangre y acero en una danza mortal, intento penetrar su mente a la par que me defiendo de su insondable poder, pero yo he sido bendecido por el Caos, yo introduje a mis hermanos en la senda, yo ayude a mi hijo Abaddon a lograr la gloria a ojos de mis amos, yo...
“Es a él...”
¿Quién susurra en mi mente?
“Abaddon...”
¿Acaso es su elegido?
- ¡¡No!!- La rabia me consume - ¡¡¡YO SOY UN DIOS!!! – Siento las risas burlonas de los dioses a mi alrededor, en la bruma golpeo a mis enemigos.
Mi garra está clavada en su placa pectoral ¿Qué es lo que he hecho?
- ¿Padre?
Veo sus múltiples heridas, sus huesos rotos, su mirada me transmite el amor que siente por mi, y sus lágrimas me hacen ver la magnitud de mi error...
Veo venir su espada en un arco mortal y siento su último asalto psíquico, siento el torrente de poder y sé, que ambos moriremos...
Me alcanza el dolor...
Me hundo en la oscuridad...
Sé quienes me esperan, oigo sus risas y entiendo que he sido una marioneta en el juego de los Dioses...
Han sido meses de planificación, de estrategias, de luchas...
Miles de millones de vidas se han perdido por defender una causa que no entienden, cegados por su fe, no entienden que tienen un líder corrupto, que sólo ambiciona convertirse en un dios y, que no dudará en sacrificar a cuantos considere necesario para conseguir su meta.
Pero nosotros, que hemos recorrido la senda del Caos, hemos descubierto la gran verdad, hemos hallado el verdadero poder, yo, he iluminado a mis hermanos y les he guiado por el camino del poder y la sabiduría, una senda que nuestro padre nos negó, por miedo a que descubriésemos sus planes, por temor a que destapásemos sus mentiras.
Ahora, envueltos en el poder ilimitado de Caos, haremos pagar a nuestro padre con su sangre...
Nuestros hermanos, perdidos en su ceguera, tendrán que perecer, aunque no niego que, hay algunos a los que aún aprecio y, espero, tener la ocasión de iluminarles antes del fin...
- Mi señor... - Es un mensajero humano... Se ha atrevido a interrumpir mis pensamientos, siento como la rabia me retuerce las entrañas...
- Dime, humano... – Dejo que mi interlocutor sienta el veneno de mi ira, veo como su rostro palidece, y gotas de sudor perlan su frente, sus ojos se mueven inquietos hacia mi garra, traga saliva con dificultad y se dispone a informar:
- Mi... Mi señor, s... Se ha detectado un... Un cambio en el espacio disforme... Las flotas de Lion y de Russ, se disponen a entrar en el sistema
- ¿Cuánto tiempo? – Saboreo en cada sílaba el miedo del hombre, parece una gacela que sabe que está herida de muerte, sus ojos reflejan el horror que siente ante mi superioridad...
Al fin y al cabo, soy hijo de Él y tengo el poder de Caos bajo mi control, el humano se ha dado cuenta de que está condenado...
- U... Unas... Dos horas... Mi señor, deberíamos... -
No acaba la frase, la vida se escapa de su cuerpo por su garganta seccionada, su sangre se funde con mi nave y las presencias demoníacas que en ella habitan, se deleitan haciendo sufrir su alma, sus gritos de pavor, se pierden entre los lamentos de las almas que han sido ofrecidas a Caos y las risas de los entes que las torturaran por toda la eternidad...
Camino por el puente de mando de mi poderosa nave, para contemplar el orbe que está siendo purificado allá abajo, veo como los fuegos de la guerra se expanden a gran velocidad por todo el planeta, la ofensiva se está llevando a cabo con furia justiciera, tal como mis legiones llevan siglos haciendo...
Pero esta vez, el fuego no esta destinado a extirpar el cáncer de las razas xenos del imperio, esta vez, el fuego se destina a iluminar a aquellos que están ciegos ante la realidad del universo...
Siento que estamos forjando un nuevo imperio, una nueva era, en la que el hombre descubrirá su verdadero potencial, una era en la que yo, el más poderoso señor de la guerra que jamás haya existido, me levantaré como el nuevo emperador, guiaré a la humanidad con puño de hierro a una época de esplendor como jamás se ha conocido, mis gestas se conocerán en todos los universos y en todos los tiempos y aquellos que cometan la osadía de interponerse en mi camino, sentirán la furia del gran emperador Horus, señor de la guerra, caudillo de la humanidad, maestro y paladín del Caos, sus almas y sus dominios serán purificados y seré inmortal hasta el fin de los tiempos...
Tan sólo he de lograr el control de este planeta, teniendo en mi garra la cuna de la humanidad, decapitando al falso emperador, demostraré mi supremacía y todos me seguirán...
No entiendo como los despojos que quedan allí abajo, resisten tanto, he mandado a todas las legiones en un asalto total, son más de un millón de marines siervos del Caos, potenciados por los poderes de los dioses, cada uno veterano de miles de batallas, y, sin embargo, esos defensores se niegan a rendirse...
¿Es que acaso se consideran mártires?
-¡Maldición! - Mi grito resuena en el vacío puente de mando, mi garra de combate ha destrozado el trono del navegante, los restos momificados de este, se convierten en polvo a mis pies, mi ira crece, llevo semanas contemplando como ese planeta se retuerce bajo mi poder; los informes eran favorables, hacíamos retroceder al enemigo en todos los frentes, sin embargo, aún resisten, mi hermano Sanguinius ha mantenido el control de las puertas del palacio del Emperador el tiempo suficiente como para que las tropas se replegasen a las estancias interiores, Rogal Dorn y sus puños imperiales bloquearon los pasillos y los plagaron de trampas mortales...
Todo debe acabar, el Lobo y el León se acercan demasiado deprisa, por las holopantallas veo como mis marines se preparan para entrar en las salas donde se esconde El Emperador con su guardia de custodes y mis hermanos primarcas...
Siento que ha llegado el momento.
-Escudos, abajo – A pesar de ser un susurro, mi nave responde al instante.
Siento el choque psíquico del planeta, que está quebrándose bajo mis pies, las miles de muertes violentas, el regocijo de los dioses, pero, por encima de todo esto, siento su presencia, es un foco de pura luz blanca, su brillo, logra mantener a ralla la oscuridad...
He de acabar con ese faro, ese es mi objetivo
¿Qué es esa sensación? Una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo, una voz suena en mi mente, pronuncia mi nombre y sé que es mi padre, me ha encontrado...
Ya viene.
El muy necio, en su arrogancia, ha decidido meterse directamente en mi dominio, siento como su guardia se dispersa, y rápidamente caen engullidos por la locura, al no aceptar sus mentes la gran obra que Caos ha hecho en mi nave...
Oigo unos pasos, son tranquilos, firmes, decididos...
Fue mi invitado en otros tiempos, mi hermano más santo, el ángel, ha llegado.
- Bienvenido, hermano- Mis palabras son sinceras, sin embargo, cuando contemplo sus ojos, sé que Sanguinius no va a entrar en razón, su armadura dorada está quebrada en muchos lugares y su bello rostro está surcado de líneas de cansancio, llora lágrimas de sangre.
“Acaba con él...”
- Horus... ¿Porqué, hermano? ¿Porqué has vuelto la espalda a nuestro padre? ¿Porqué nos has traicionado?- La compasión en su rostro me repugna, ¿Qué intenta?
“Mátalo...”
- ¿Porqué? ¿¡Es que no te das cuenta, Sanguinius!? ¿No ves que hemos sido utilizados?- Está negando con la cabeza, no quiere escucharme, sigue con esa expresión en su rostro...
“Danos su alma...”
Le maldigo, maldigo a mi santo hermano, a su sangre y a su legión, siento una oleada de poder recorrer todo mi cuerpo, bajo los escalones, uno a uno, deleitándome con el poder que emana de mi, cojo la maza firmemente, me acerco a mi hermano.
- Horus... - Su rostro refleja tristeza, sus alas se abren de forma majestuosa y las lágrimas de sangre manchan su placa pectoral.
- Sanguinius, hermano, no debiste enfrentarte a mí... -
El golpe de maza es detenido por su espada, pero mi hermano es más lento y no posee mi fuerza, ni los regalos que los verdaderos dioses me han otorgado, sé que este combate será el último que el ángel dispute en vida, ya no me importa, es mi enemigo, se ha interpuesto entre mi objetivo y yo, no quiere entrar en razón y ha de morir, para mayor gloria del Caos
“¡Ssssiiii!”
Mis arremetidas van penetrando su guardia, su armadura empieza a ceder y mi hermano está cada vez más débil, se acerca su hora, sabe que va a morir, pero lejos de mostrar miedo, o duda, mi hermano sólo siente pena y decepción ¿Cómo es posible que no tema a la muerte? ¿Cómo es posible que no tema al Caos? ¡¿Porqué no me teme a mi?!
Un dolor lacerante recorre mi costado, ¡Me ha herido con su espada! Siento como la sangre mana de la herida, para al instante cerrarse, lanzo un rugido que suena en la disformidad y mi ataque psíquico hace que el primarca se retuerza de agonía, mi garra de combate avanza a la velocidad del pensamiento y siento como atravieso la ceramita, la carne y el hueso mientras un torrente de energía fulmina su vida...
- ¡¡¡Horus!!!- Levanto la vista y veo su armadura dorada, su espada de fuego y su puño de combate, un aura brilla a su alrededor y su luz psíquica me desorienta por un momento, en sus ojos se refleja la determinación, ha venido a matarme...
- ¡Padre! Que sorpresa... ¿Vienes a por los restos de tu hijo? ¡Tómalo!- Lanzo el cadáver de Sanguinius a los pies del Emperador y llamo a los dioses para que contemplen mi victoria...
Mi padre no habla, no caben las palabras en este momento, soy su reflejo, su hijo favorito, su caudillo, fui su perro de caza, su estandarte... Pero ya no... Ahora yo soy El Emperador...
Su ataque es rápido, puro, frío, fuerte, nos enzarzamos en la más dura lucha que jamás se halla contemplado, músculos, sudor, sangre y acero en una danza mortal, intento penetrar su mente a la par que me defiendo de su insondable poder, pero yo he sido bendecido por el Caos, yo introduje a mis hermanos en la senda, yo ayude a mi hijo Abaddon a lograr la gloria a ojos de mis amos, yo...
“Es a él...”
¿Quién susurra en mi mente?
“Abaddon...”
¿Acaso es su elegido?
- ¡¡No!!- La rabia me consume - ¡¡¡YO SOY UN DIOS!!! – Siento las risas burlonas de los dioses a mi alrededor, en la bruma golpeo a mis enemigos.
Mi garra está clavada en su placa pectoral ¿Qué es lo que he hecho?
- ¿Padre?
Veo sus múltiples heridas, sus huesos rotos, su mirada me transmite el amor que siente por mi, y sus lágrimas me hacen ver la magnitud de mi error...
Veo venir su espada en un arco mortal y siento su último asalto psíquico, siento el torrente de poder y sé, que ambos moriremos...
Me alcanza el dolor...
Me hundo en la oscuridad...
Sé quienes me esperan, oigo sus risas y entiendo que he sido una marioneta en el juego de los Dioses...
w0lf- Veterano/Sargento
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Fecha de inscripción : 06/06/2008
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